30 DE MARZO DEL 2018

Ya estoy de nuevo aquí. Otra vez en estas cuatro paredes. No sabes lo mucho que me arrepiento por haber tomado la cobarde decisión de volver. Creí que los comentarios de la gente no me afectaban pero si no fuese así, ¿cómo se podría explicar mi regreso? Quizás el miedo. El miedo de no conseguir trabajo. El miedo de seguir molestando a esas maravillosas personas. El miedo por no poder seguir estudiando y superarme. 

Ahora eso no importa, estoy de nuevo aquí. Las cosas han cambiado y obvio, que a peor. Los primeros días ni siquiera se alejaban de mi, no tenía ni un momento a solas, salvo cuando iba a dormir. Me han quitado mi móvil, lo que significa que no puedo hablar con mis amigos. Aunque no es algo que me moleste demasiado porque mi móvil está roto y la pantalla va fatal. He perdido el interés en mi móvil. Sin embargo, extraño escuchar música.

No hablo con ellos. Desde mi salida hasta unos días después de mi regreso no nos hemos dicho nada. Bueno, en realidad ellos sí me han hablado para criticarme -como siempre-, regañarme y poco más. El que me ha sorprendido es mi padre. La última vez que hablamos se mostró comprensivo y atento, algo extraño en él sobre todo si tenemos en cuenta que fue él quién me echó de la casa. Aunque eso no importa porque de todas maneras me han aislado de mis amigos y a veces, de mi familia. No creo que vaya a salir en un largo pero largo tiempo. Va a ser una etapa dura de mi vida -aunque ya estoy acostumbrada-. Pero... es lo que he decidido. Espero que merezca la pena. No sé, estoy muy perdida.

En resumen, todo parece calmado. Intentaré que se mantenga así hasta terminar un curso que voy a empezar el 7 de mayo. Seguiré sin hablar con ellos. Bueno solo lo justo y necesario. No me implicaré cuando quieran discutir, por más que me cueste, no reaccionaré como antes. No quiero seguir su juego, evitaré todo tipo de confrontación.